
Estimados,
Acá pueden ver el post entero.
Saludos,
Ramón
Sumergidos en los cielos argentinos
El gobierno, a través de Julio y Jaime, acaba de enviar al Congreso un proyecto de ley para resolver la compra de todas las acciones de Aerolíneas Argentinas y Austral.
¿Por qué? En cumplimiento de su deber de garantizar a favor del pueblo la correctísima prestación de este crucial servicio público, rescatando nuestra muy amada línea de bandera de la profanación salvaje a la que fue sometida por una horda de malvados anti-patria y anti-pueblo y, para peor, extranjeros. Eso dicen.
Bien, tras prudente algodón en sendos cornetes, y guantes higiénicos bien colocados, vayamos y hurguemos un poquito. Va en forma de diálogo, para amenizar el sumergimiento.
¿Tan mal está aerolíneas? Parece que si. Menos de la mitad de sus 85 aviones pueden volar. Debe cerca de mil millones de dólares y, mientras sigue operando, pierde alrededor de un millón y medio más por día. No paga nada a nadie y no ha podido ni cubrir los sueldos de junio. Cualquier aerolínea eficiente emplea menos de 100 trabajadores por avión, pero Aerolíneas Argentinas tiene más de 300. Por todo esto, viajar hoy por Aerolíneas implica estar dispuesto a, como mínimo, una simpática estadía de algunas noches en terminales de aeropuerto. Entonces, sí es verdad lo que dicen Julio y Jaime.
¡Claro que es verdad! Digamos lo sabido: todas las aerolíneas, y no solo la “nuestra”, están ajustándose el cinturón hace un tiempo, y a eso sin duda hay que sumar a estos ibéricos de muy mala calaña. Aerolíneas anda mal. Muy mal. Hay que rescatarla y nadie la quiere. Y estamos ahora ante un gobierno que reacciona, justo antes de la hecatombe, y se hace cargo de un entuerto en el manejo de algo que a todos debería beneficiarnos. ¿No? No. Usted y yo quizás nos enteramos de que Aerolíneas andaba boqueando, hace unas semanas; hace unos meses, los que tenemos tiempo de leer algo más que las portadas; y quizás hace un par de años, los más avezados. Pero nuestro secretario de transporte lleva alrededor de 6 años en su cargo. ¿Y eso qué? ¿No pretenderá usted que se ocupe de andar vigilando y corrigiendo cada número y cada problemita de cada una de las tantas empresas aero-transportadoras de nuestro país federal? Es que Aerolíneas abarca más del 80% del mercado doméstico. Es que no hay verdaderos competidores. Es que es un mercado muy regulado, donde el gobierno controla los precios de los pasajes y decide si subsidia o no al ya inalcanzable combustible. Es que si es un servicio público tan altamente defendible, como ahora declaman, entonces siempre lo fue y el gobierno debió desvivirse por protegerlo, fiscalizarlo, acompañarlo, controlarlo, ¡y de esa forma y en ese momento rescatarlo! Es que además el Estado Nacional fue durante estos años accionista minoritario de Aerolíneas y tenía directores que lo representaban en su directorio. Es que en los años 2002, 2003 y 2004, el ex-subsecretario de Jaime (un tal Cirielli) actuando conjuntamente con el entonces Ministro de Economía, Roberto Lavagna, impugnó judicialmente todos los balances anuales presentados por estos impresentables de Marsans(porque una cosa no quita la otra). Es que esas impugnaciones hechas en su carácter de accionista minoritario bien hechas estaban, ya que sin duda la compañía era una fiesta desde entonces. Es que, no se ilusione usted con esta buena, porque viajó Jaime a España en aquellos tiempos, y al volver desistió este señor de todas esas impugnaciones judiciales. Y es que el actual proyecto de ley dice que tal desistimiento fue para permitir la continuación de la empresa y del sagrado servicio público (y esto, si no lo entiende usted, pues yo tampoco). Es que Cirielli, que no parece un bebe de pecho pero fue prontamente desafectado del equipo de notables, tiene dicho, ¡y “en letras de molde”, señora!, que “Jaime debería estar preso”. Es que ya en 2006 este gobierno (¿o era otro?) reconoció, la necesidad de tomar medidas como subsidiar el combustible y aumentar gradualmente las tarifas, para evitar la caída estrepitosa de Aerolíneas, pero esas medidas se aplicaron recién en… abril del 2008. Es que se rumorea que, durante las varias huelgas, se lo ha visto a Jaime festejando con una degustación de bondiola frente al aeroparque y rodeado de sus buenos muchachos gremialistas.
¿Insinúa usted, escritor de poca monta, que el gobierno desde su torre de control vio que el avión iba en picada y –entre risitas– apagó la radio? Bueno, no me animaría a decirlo de esa forma. Pero, ¿para que querría dejar que se estrelle? No lo sé. No lo sé. Quizás tenga la vocación de rescatista. ¿Pero no tuvo miedo de que el avión cayera cerca de la torre y la hiciera tambalear? El miedo no cabe en los poderosos, y los poderosos son incapaces de imaginar futuros que los hubieran llenado de miedo.
Bueno. Basta de pasado. Todos tienen derecho a la redención. Lo hecho, hecho está. Ahora quiero mirar hacia delante, hacia la unión de los argentinos y el fortalecimiento de la institucionalidad, como Cristina. Porque lo importante ahora es recuperar para todos nosotros ¡nuestra aerolínea de bandera! (todos de pie, ojos cerrados y mano en pecho, por favor). Pero, ¿estamos hablando de esta empresa privada que desde hace casi 20 años pertenece a compañías españolas? Usted se calla, es ¡de bandera! … apátrida.
Está bien, no discutamos nimiedades. Al futuro vamos. ¿Qué tal este proyecto de ley? ¡Imagínese usted! Estamos hablando de un proyecto de ley proponiendo a nuestro Honorable Congreso la compra de una compañía de colosales proporciones y en bancarrota. La absorción de mil millones de dólares de deuda más el futuro déficit. Se trata, amigo, de una decisión que afectaría “a todos los argentinos y argentinas”. Es un tema delicado, y como tal habrá sido abordado, imagino. En ese proyecto seguramente trabajó, además, la gente de la secretaría de transporte (altamente capacitada en lo técnico y conocedora del mercado y de la empresa). ¿Cómo piensa que puedo tener una opinión formada? ¿Cómo cree siquiera que pude haberlo leído entero? Deberíamos estar hablando de un proyecto que debe contar con un detallado “plan de salvataje” adjunto, flujos de fondos, proyecciones, planes de gestión y alternativas. Eso y mucho más hará falta para convencer al Honorable Congreso, o al menos a sus pocos miembros honorables, de que estamos ante un proyecto serio, un plan a largo plazo, una salida razonable para un conflicto evitable que no se quiso evitar, un conjunto de previsiones que contestan con solvencia a las mil y un preguntas sobre el futuro de nuestra querida Aerolíneas. ¡Ay, Dios mío! Lo resumo: se trata de 30 páginas de considerandos que no dicen más de lo que podemos escuchar en los programas políticos de la televisión abierta, y a eso le siguen 3 páginas con menos de 10 artículos resolutivos en los que, básicamente, se pide que se apruebe la compra de acciones y algunas otras cuestiones accesorias desarrolladas en no más de 7 líneas cada una (como, por ejemplo, la modificación del presupuesto 2008 para poder financiar la compra). Nada más. No exagero. Nada, nada más. Quiero que Aerolíneas sea mía, ¿me lo firmás? Es eso. Tal cual. Entre aquél proyecto sobre retenciones a los oligarcas y este, el gobierno me hizo acordar a una prima mía de 15 años, que el otro día le pedía a su padre: “dale, papi, porfis, porfis, ¿me dejas ir a la fiesta?” – “Pero, esperá, contame… ¿quiénes van? ¿cómo volvés? ¿dónde es? ¿cuánto sale? ¿quien te invitó? ¿pasan cumbia o tecno? ¿murga o carnaval carioca? ¿gaseosas, cerveza o marihuana?” Vea usted cuántas preguntas que hay para una fiesta de 15. Y esto de comprarse Aerolíneas así de golpe no es una fiesta, eh. ¿O si? No sé. Mi prima sólo atinó a seguir diciendo “porfis, porfis”.
¿Qué tal es el acta acuerdo que firmaron con los accionistas para comprarles sus acciones? Otro papelón. Cuatro páginas en total. No hay precio, y si las partes no lo acuerdan, lo fijará un valuador independiente designado por … de la siguiente manera … ah, no, perdón, no aclara ni quién ni cómo se designa ese valuador que estará a cargo de tan sutil tarea. Pero no se preocupe, porque acá dice que cualquier conflicto se resuelve en idioma español. ¿Cómo? Bueno, es que dice que el arbitraje será en idioma español. ¿Si, claro, pero quiénes son los árbitros, qué reglas de arbitraje se aplican, cómo es el proceso, dónde se lleva a cabo? Ah, no, no. De eso no aclara nada. Pero al menos nos podemos quedar tranquilos de que las partes han elegido idioma, porque era un tema discutible. Al menos yo no sé bien en qué idioma hablan. ¿Y quién maneja la compañía ahora, en este período de 60 días hasta que se concrete la venta? Bueno, eso si está claro. Un gerente general designado por el gobierno. El Sr. Julio Alak, que ha estado 17 años en la intendencia de La Plata, y por eso sabe bastante de aviones.
Me cansé de su pesimismo y de su sarcasmo. Además, los algodones no me sirvieron de mucho. Ya estoy mareado y me voy yendo.
No, no. Espere. Siempre termino con un mensaje de esperanza.
Después de la resolución del conflicto con el campo, el Congreso infló el pecho. Además del que escribe, varios argentinos se ilusionan con otra buena actuación conjunta de los poquísimos honorables con los oportunistas que van saltando del barco en llamas. Escuché que varios diputados están “preguntando demasiado” y hasta le han sugerido a Jaime su renuncia. Escuché también que ya se prevé que el proyecto no puede ser aprobado tal cual fue enviado, porque “porfis, porfis” ya no alcanza. Escuché que la parada en el Senado será más dura todavía para Julio y Jaime. Escuche, escuche usted también. ¿Es una persiana? ¿Creían que esto era su almacén, pero llega la hora de cierre? ¿Estaremos logrando sumergir tanta miseria? ¿Será este el principio, solo el principio, de algún tiempo mejor en nuestros cielos, pero también en esta querida tierra Argentina?
Acá pueden ver el post entero.
Saludos,
Ramón
Sumergidos en los cielos argentinos
El gobierno, a través de Julio y Jaime, acaba de enviar al Congreso un proyecto de ley para resolver la compra de todas las acciones de Aerolíneas Argentinas y Austral.
¿Por qué? En cumplimiento de su deber de garantizar a favor del pueblo la correctísima prestación de este crucial servicio público, rescatando nuestra muy amada línea de bandera de la profanación salvaje a la que fue sometida por una horda de malvados anti-patria y anti-pueblo y, para peor, extranjeros. Eso dicen.
Bien, tras prudente algodón en sendos cornetes, y guantes higiénicos bien colocados, vayamos y hurguemos un poquito. Va en forma de diálogo, para amenizar el sumergimiento.
¿Tan mal está aerolíneas? Parece que si. Menos de la mitad de sus 85 aviones pueden volar. Debe cerca de mil millones de dólares y, mientras sigue operando, pierde alrededor de un millón y medio más por día. No paga nada a nadie y no ha podido ni cubrir los sueldos de junio. Cualquier aerolínea eficiente emplea menos de 100 trabajadores por avión, pero Aerolíneas Argentinas tiene más de 300. Por todo esto, viajar hoy por Aerolíneas implica estar dispuesto a, como mínimo, una simpática estadía de algunas noches en terminales de aeropuerto. Entonces, sí es verdad lo que dicen Julio y Jaime.
¡Claro que es verdad! Digamos lo sabido: todas las aerolíneas, y no solo la “nuestra”, están ajustándose el cinturón hace un tiempo, y a eso sin duda hay que sumar a estos ibéricos de muy mala calaña. Aerolíneas anda mal. Muy mal. Hay que rescatarla y nadie la quiere. Y estamos ahora ante un gobierno que reacciona, justo antes de la hecatombe, y se hace cargo de un entuerto en el manejo de algo que a todos debería beneficiarnos. ¿No? No. Usted y yo quizás nos enteramos de que Aerolíneas andaba boqueando, hace unas semanas; hace unos meses, los que tenemos tiempo de leer algo más que las portadas; y quizás hace un par de años, los más avezados. Pero nuestro secretario de transporte lleva alrededor de 6 años en su cargo. ¿Y eso qué? ¿No pretenderá usted que se ocupe de andar vigilando y corrigiendo cada número y cada problemita de cada una de las tantas empresas aero-transportadoras de nuestro país federal? Es que Aerolíneas abarca más del 80% del mercado doméstico. Es que no hay verdaderos competidores. Es que es un mercado muy regulado, donde el gobierno controla los precios de los pasajes y decide si subsidia o no al ya inalcanzable combustible. Es que si es un servicio público tan altamente defendible, como ahora declaman, entonces siempre lo fue y el gobierno debió desvivirse por protegerlo, fiscalizarlo, acompañarlo, controlarlo, ¡y de esa forma y en ese momento rescatarlo! Es que además el Estado Nacional fue durante estos años accionista minoritario de Aerolíneas y tenía directores que lo representaban en su directorio. Es que en los años 2002, 2003 y 2004, el ex-subsecretario de Jaime (un tal Cirielli) actuando conjuntamente con el entonces Ministro de Economía, Roberto Lavagna, impugnó judicialmente todos los balances anuales presentados por estos impresentables de Marsans(porque una cosa no quita la otra). Es que esas impugnaciones hechas en su carácter de accionista minoritario bien hechas estaban, ya que sin duda la compañía era una fiesta desde entonces. Es que, no se ilusione usted con esta buena, porque viajó Jaime a España en aquellos tiempos, y al volver desistió este señor de todas esas impugnaciones judiciales. Y es que el actual proyecto de ley dice que tal desistimiento fue para permitir la continuación de la empresa y del sagrado servicio público (y esto, si no lo entiende usted, pues yo tampoco). Es que Cirielli, que no parece un bebe de pecho pero fue prontamente desafectado del equipo de notables, tiene dicho, ¡y “en letras de molde”, señora!, que “Jaime debería estar preso”. Es que ya en 2006 este gobierno (¿o era otro?) reconoció, la necesidad de tomar medidas como subsidiar el combustible y aumentar gradualmente las tarifas, para evitar la caída estrepitosa de Aerolíneas, pero esas medidas se aplicaron recién en… abril del 2008. Es que se rumorea que, durante las varias huelgas, se lo ha visto a Jaime festejando con una degustación de bondiola frente al aeroparque y rodeado de sus buenos muchachos gremialistas.
¿Insinúa usted, escritor de poca monta, que el gobierno desde su torre de control vio que el avión iba en picada y –entre risitas– apagó la radio? Bueno, no me animaría a decirlo de esa forma. Pero, ¿para que querría dejar que se estrelle? No lo sé. No lo sé. Quizás tenga la vocación de rescatista. ¿Pero no tuvo miedo de que el avión cayera cerca de la torre y la hiciera tambalear? El miedo no cabe en los poderosos, y los poderosos son incapaces de imaginar futuros que los hubieran llenado de miedo.
Bueno. Basta de pasado. Todos tienen derecho a la redención. Lo hecho, hecho está. Ahora quiero mirar hacia delante, hacia la unión de los argentinos y el fortalecimiento de la institucionalidad, como Cristina. Porque lo importante ahora es recuperar para todos nosotros ¡nuestra aerolínea de bandera! (todos de pie, ojos cerrados y mano en pecho, por favor). Pero, ¿estamos hablando de esta empresa privada que desde hace casi 20 años pertenece a compañías españolas? Usted se calla, es ¡de bandera! … apátrida.
Está bien, no discutamos nimiedades. Al futuro vamos. ¿Qué tal este proyecto de ley? ¡Imagínese usted! Estamos hablando de un proyecto de ley proponiendo a nuestro Honorable Congreso la compra de una compañía de colosales proporciones y en bancarrota. La absorción de mil millones de dólares de deuda más el futuro déficit. Se trata, amigo, de una decisión que afectaría “a todos los argentinos y argentinas”. Es un tema delicado, y como tal habrá sido abordado, imagino. En ese proyecto seguramente trabajó, además, la gente de la secretaría de transporte (altamente capacitada en lo técnico y conocedora del mercado y de la empresa). ¿Cómo piensa que puedo tener una opinión formada? ¿Cómo cree siquiera que pude haberlo leído entero? Deberíamos estar hablando de un proyecto que debe contar con un detallado “plan de salvataje” adjunto, flujos de fondos, proyecciones, planes de gestión y alternativas. Eso y mucho más hará falta para convencer al Honorable Congreso, o al menos a sus pocos miembros honorables, de que estamos ante un proyecto serio, un plan a largo plazo, una salida razonable para un conflicto evitable que no se quiso evitar, un conjunto de previsiones que contestan con solvencia a las mil y un preguntas sobre el futuro de nuestra querida Aerolíneas. ¡Ay, Dios mío! Lo resumo: se trata de 30 páginas de considerandos que no dicen más de lo que podemos escuchar en los programas políticos de la televisión abierta, y a eso le siguen 3 páginas con menos de 10 artículos resolutivos en los que, básicamente, se pide que se apruebe la compra de acciones y algunas otras cuestiones accesorias desarrolladas en no más de 7 líneas cada una (como, por ejemplo, la modificación del presupuesto 2008 para poder financiar la compra). Nada más. No exagero. Nada, nada más. Quiero que Aerolíneas sea mía, ¿me lo firmás? Es eso. Tal cual. Entre aquél proyecto sobre retenciones a los oligarcas y este, el gobierno me hizo acordar a una prima mía de 15 años, que el otro día le pedía a su padre: “dale, papi, porfis, porfis, ¿me dejas ir a la fiesta?” – “Pero, esperá, contame… ¿quiénes van? ¿cómo volvés? ¿dónde es? ¿cuánto sale? ¿quien te invitó? ¿pasan cumbia o tecno? ¿murga o carnaval carioca? ¿gaseosas, cerveza o marihuana?” Vea usted cuántas preguntas que hay para una fiesta de 15. Y esto de comprarse Aerolíneas así de golpe no es una fiesta, eh. ¿O si? No sé. Mi prima sólo atinó a seguir diciendo “porfis, porfis”.
¿Qué tal es el acta acuerdo que firmaron con los accionistas para comprarles sus acciones? Otro papelón. Cuatro páginas en total. No hay precio, y si las partes no lo acuerdan, lo fijará un valuador independiente designado por … de la siguiente manera … ah, no, perdón, no aclara ni quién ni cómo se designa ese valuador que estará a cargo de tan sutil tarea. Pero no se preocupe, porque acá dice que cualquier conflicto se resuelve en idioma español. ¿Cómo? Bueno, es que dice que el arbitraje será en idioma español. ¿Si, claro, pero quiénes son los árbitros, qué reglas de arbitraje se aplican, cómo es el proceso, dónde se lleva a cabo? Ah, no, no. De eso no aclara nada. Pero al menos nos podemos quedar tranquilos de que las partes han elegido idioma, porque era un tema discutible. Al menos yo no sé bien en qué idioma hablan. ¿Y quién maneja la compañía ahora, en este período de 60 días hasta que se concrete la venta? Bueno, eso si está claro. Un gerente general designado por el gobierno. El Sr. Julio Alak, que ha estado 17 años en la intendencia de La Plata, y por eso sabe bastante de aviones.
Me cansé de su pesimismo y de su sarcasmo. Además, los algodones no me sirvieron de mucho. Ya estoy mareado y me voy yendo.
No, no. Espere. Siempre termino con un mensaje de esperanza.
Después de la resolución del conflicto con el campo, el Congreso infló el pecho. Además del que escribe, varios argentinos se ilusionan con otra buena actuación conjunta de los poquísimos honorables con los oportunistas que van saltando del barco en llamas. Escuché que varios diputados están “preguntando demasiado” y hasta le han sugerido a Jaime su renuncia. Escuché también que ya se prevé que el proyecto no puede ser aprobado tal cual fue enviado, porque “porfis, porfis” ya no alcanza. Escuché que la parada en el Senado será más dura todavía para Julio y Jaime. Escuche, escuche usted también. ¿Es una persiana? ¿Creían que esto era su almacén, pero llega la hora de cierre? ¿Estaremos logrando sumergir tanta miseria? ¿Será este el principio, solo el principio, de algún tiempo mejor en nuestros cielos, pero también en esta querida tierra Argentina?
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